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domingo, 8 de marzo de 2015

TIPOS DE MOSTRUOS



Un brujo o una bruja es una persona que practica la brujería. Si bien la imagen típica de un brujo o de una bruja es muy variable según la cultura, en el mundo occidental se asocia particularmente a una bruja con una mujer con capacidad de volar montada en una escoba, así como con el Aquelarre (lugar de brujas) y con la caza de brujas (búsqueda e identificación de brujos y brujas). Al brujo algunos lo asocian con el vidente o con el clarividente, otros lo asocian con el chamán (quien es un especialista de la comunicación con las potencias de la naturaleza y con los difuntos), mientras que otros lo asocian con un brujo de tribu más orientado a la curación de enfermos del cuerpo y del alma, etc. La bruja (en femenino) es un personaje recurrente de la imaginación contemporánea, que perdura y se afirma gracias a los cuentos, las novelas, las películas, así como a través de ciertas fiestas populares y de sus especiales máscaras.
 Macbeth y Banquo se reúnen con las brujas en el campo, de Théodore Chassériau.

Un brujo o una bruja es una persona que practica la brujería. Si bien la imagen típica de un brujo o de una bruja es muy variable según la cultura, en el mundo occidental se asocia particularmente a una bruja con una mujer con capacidad de volar montada en una escoba, así como con el Aquelarre (lugar de brujas) y con la caza de brujas (búsqueda e identificación de brujos y brujas). Al brujo algunos lo asocian con el vidente o con el clarividente, otros lo asocian con el chamán (quien es un especialista de la comunicación con las potencias de la naturaleza y con los difuntos), mientras que otros lo asocian con un brujo de tribu más orientado a la curación de enfermos del cuerpo y del alma, etc. La bruja (en femenino) es un personaje recurrente de la imaginación contemporánea, que perdura y se afirma gracias a los cuentos, las novelas, las películas, así como a través de ciertas fiestas populares y de sus especiales máscaras.
En latín, las brujas eran denominadas maleficae (singular malefica), término que se utilizó para designarlas en Europa durante toda la Edad Media y gran parte de la Edad Moderna. Términos aproximadamente equivalentes en otras lenguas, aunque con diferentes connotaciones, son el inglés witch, el italiano strega, el alemán Hexe y el francés sorcière. Esta última palabra, femenino de sorcier, deriva del latín vulgar sortiarius (que literalmente significa « hablador de suertes o parlachín de suertes») y del latín clásico sors, sortis (que primero señalaba un procedimiento de clarividencia, y luego significaba destino o suerte).

La palabra española «bruja» es de etimología dudosa, posiblemente prerromana —¿ibérica?—, del mismo origen que el portugués y gallego bruxa y el catalán bruixa. La primera aparición documentada de la palabra, en su forma bruxa, data de finales del siglo XIII.2 En 1396 se encuentra la palabra broxa, en aragonés, en las Ordinaciones y paramientos de Barbastro. Carmelo Lisón Tolosana considera que el origen de la palabra puede encontrarse en el área pirenaica. En Gascuña y Béarn era también corriente el uso de una palabra etimológicamente relacionada, brouche. Debe tenerse en cuenta que en esta época el Languedoc y la Corona de Aragón eran áreas culturalmente muy relacionadas.3 El término inglés witch tiene un origen más controvertido, aunque posiblemente deriva del radical wik de origen tanto celta como germánico.
En latín, las brujas eran denominadas maleficae (singular malefica), término que se utilizó para designarlas en Europa durante toda la Edad Media y gran parte de la Edad Moderna. Términos aproximadamente equivalentes en otras lenguas, aunque con diferentes connotaciones, son el inglés witch, el italiano strega, el alemán Hexe y el francés sorcière. Esta última palabra, femenino de sorcier, deriva del latín vulgar sortiarius (que literalmente significa « hablador de suertes o parlachín de suertes») y del latín clásico sors, sortis (que primero señalaba un procedimiento de clarividencia, y luego significaba destino o suerte).

La palabra española «bruja» es de etimología dudosa, posiblemente prerromana —¿ibérica?—, del mismo origen que el portugués y gallego bruxa y el catalán bruixa. La primera aparición documentada de la palabra, en su forma bruxa, data de finales del siglo XIII.2 En 1396 se encuentra la palabra broxa, en aragonés, en las Ordinaciones y paramientos de Barbastro. Carmelo Lisón Tolosana considera que el origen de la palabra puede encontrarse en el área pirenaica. En Gascuña y Béarn era también corriente el uso de una palabra etimológicamente relacionada, brouche. Debe tenerse en cuenta que en esta época el Languedoc y la Corona de Aragón eran áreas culturalmente muy relacionadas. El término inglés witch tiene un origen más controvertido, aunque posiblemente deriva del radical wik de origen tanto celta como germánico.

En el País Vasco y en Navarra se utilizó también el término sorgin (/sorguín/ en su pronunciación en español), y en Galicia, la voz meiga.
Diferencia entre bruja y hechicera

El antropólogo español Julio Caro Baroja propone diferenciar entre «brujas» y «hechiceras». Las primeras habrían desarrollado su actividad en un ámbito predominantemente rural y habrían sido las principales víctimas de la cazas de brujas en los años 1450 a 1750. En cambio, las hechiceras, conocidas desde la antigüedad clásica, habrían actuado en la ciudad. Como ejemplo de las primeras Caro Baroja pone a la sorgina de la brujería vasca, y de las segundas al personaje de La Celestina de Fernando de Rojas. De esta última dice que, aunque el autor "dibujó su espléndido personaje tomando elementos de la literatura latina, de Ovidio, de Horacio, etc." sus rasgos coinciden "con los que aparecen enumerados en los procesos levantados a las hechiceras castellanas por los tribunales inquisitoriales".

Carmelo Lisón Tolosana distingue también entre hechicera y bruja pero según este antropólogo español la diferencia se basa en la relación que mantienen una y otra con el poder oculto y maligno, con el poder demoníaco. La hechicera invoca y se sirve del poder demoníaco para realizar sus conjuros, mientras que la bruja hace un pacto con Satán, renuncia a su fe y rinde culto al diablo. "La fuente del poder oculto no es ahora la fuerza de la palabra ni la invocación al diablo ni la ceremonia mágica, sino que aquélla proviene de la adoración personal y voluntaria al demonio por parte de la bruja hereje y apóstata; su poder es vicario pero diabólico, adquirido a través de pacto explícito, personal y directo con el mismísimo Satán en conciliábulo nocturno y destructor que anuncia el aquelarre". El paso de la hechicera a esta "bruja satánica", "bruja aquelárrica", como la llama también Carmelo Lisón, se produjo en Europa a lo largo de los dos siglos finales de la Edad Media.

Carmelo Lisón también discrepa de Caro Baroja en cuanto a la consideración del personaje de Celestina porque la considera un "híbrido" entre bruja y hechicera. Celestina, dice Carmelo Lisón, vive "rodeada de ponzoñosos ungüentos y de fórmulas mágicas cuyo poder residía en la fuerza del lenguaje" pero "puede además disparar el terrible dardo del maleficio, opera con poderes nocturnos, conjura y obliga al mismísimo Satán".
Al comienzo del Medioevo, Clodoveo I, rey de los francos del año 481 al año 511, promulgó la llamada Lex Salica condenando a las brujas a pagar fuertes multas. Y en lo que respecta a Carlomagno, su código de leyes establecido entre los años 780 a 782, contemplaba la prisión para los adeptos a la brujería.

Paralelamente a estas represiones, se desarrolló toda una literatura de inquisición (cerca de dos mil escritos) denunciando los poderes maléficos de las brujas; y entre esos títulos figuran, entre muchos otros: Le Marteau des sorcières, primer libro de bolsillo; De la démonomanie des sorciers de Jean Bodin; Discours exécrable des sorciers de Henry Boguet.

Pero es en 1326, a través de una bula pontificia del papa Juan XXII, que podemos decir realmente comienza una exacerbada persecución a las brujas, la que se extendió por cerca de cuatro siglos.

    Nous apprenons avec douleur l'iniquité de plusieurs hommes, chrétiens seulement de nom. Ils traitent avec la mort et pactisent avec l'enfer, car ils sacrifient aux démons. 27
    Tomamos conocimiento con dolor respecto de la manifiesta inequidad de muchos hombres, que son cristianos solamente de nombre, ya que tratan con la muerte, pactan con el infierno, y hacen sacrificios a los demonios.

Claude Seignolle expresa que los procesos y ejecuciones en relación a brujerías, sobre todo conciernen a mujeres.

    Satan eut ses prêtres : ce furent les sorciers. Il eut surtout ses prêtresses : les sorcières ; et c'est encore par une conséquence de la plus implacable logique que, les hommes étant seuls admis au service du Seigneur, les femmes, qui en étaient exclues, allèrent en plus grand nombre vers son rival obscur, qui les accueillait de préférence. On a dit qu'il y avait mille sorcières pour un sorcier ; c'est là une exagération manifeste, mais il est certain que la proportion des femmes, dans la foule qui se pressait à l'adoration du Bouc, l'emportait beaucoup sur celle des hommes.
    Satán tuvo sus sacerdotes, que fueron los brujos. Y el rey de los infiernos también tuvo sus sacerdotisas, que fueron las brujas. Pero como consecuencia que solamente los hombres eran admitidos en el servicio del Señor, las mujeres, excluidas del mismo, se sintieron más atraídas hacia su rival oscuro, que terminó acogiéndolas preferentemente y en mayor número. Incluso llegó a decirse que había mil brujas por cada brujo; con toda claridad esta afirmación constituía una exageración manifiesta, pero seguramente la proporción de las mujeres, en la muchedumbre que se afanaba en la adoración del Macho cabrío, superaba en mucho a la de los hombres.
 Grabado titulado Ensayos de la serie Los Caprichos (1799) de Francisco de Goya. "La imponente figura de Satán como macho cabrío vigila mudo a una joven bruja que practica sus primeros experimentos suspendiendo en el aire a un hombre que parece asustado; a los pies del buco aparece una olla de las que se mencionan en [el auto de fe] de Logroño [de 1610]" (Carmelo Lisón, pág. 257)

El antropólogo español Carmelo Lisón Tolosana escoge el caso de las Brujas de Zugarramurdi como ejemplo para explicar la iniciación a la brujería siguiendo la relación del proceso inquisitorial publicada en Logroño a principios de 1611, pocos meses después de realizarse el auto de fe en el que seis brujas y brujos fueron quemados vivos.

Según dicha relación, la iniciación a la brujería comienza desde muy temprano. Las brujas "maestras" sacan de sus camas por las noches a niños y niñas menores de cinco años, mientras sus padres duermen y los llevan volando al aquelarre. Si contaban lo que veían cada noche eran azotados por sus "maestras". Una de sus ocupaciones era guardar los sapos de los que las brujas obtenían los ungüentos que, entre otras cosas, les hacían volar. En principio no se les obliga a que abjuren de su fe porque son demasiado pequeños, por lo que son simplemente presentados al demonio, pero cuando cumplen los seis años las brujas "maestras" los convencen para que renuncien a Cristo mediante golosinas y promesas de cosas fantásticas.

La ceremonia de la apostasía comienza un par de horas antes del aquelarre cuando la bruja "maestra" despierta al "novicio", le unta con agua hedionda y verdinegra —obtenida de los sapos— manos, plantas de los pies, sienes, pechos y partes pudendas y lo transporta por el aire. Cuando llegan los espera el demonio sentado en su trono con figura entre hombre y macho cabrío —ojos grandes y espantosos; barba de cabra; manos corvas como las garras de las aves de rapiña; corona con cuernos pequeños y un cuerno muy grande saliéndole de la frente que ilumina la reunión de brujos y brujas— a quien la bruja "maestra" presenta a su discípulo con la frase: "Señor, éste os traigo y presento".
Grabado del Compendium maleficarum (1608) de Francesco Maria Guazzo que muestra el "osculum infame" de una bruja al Demonio en forma de macho cabrío.

A continuación el niño o la niña de rodillas repite la abjuración que va pronunciando el demonio. "Reniega de Dios, de la Virgen, de todos los santos, del bautismo y confirmación, de ambas crismas, de sus padrinos y padres, de la fe y de todos los cristianos, fórmula teológica que reproduce en inversión el rito que parodia". Tras aceptar como su nuevo dios y señor a Satán que le conducirá al paraíso, el nuevo brujo o bruja realiza su primer acto de adoración ritual, "besándole la mano izquierda, después en la boca y en los pechos, encima del corazón y en las partes vergonzosas; luego se vuelve el demonio sobre su lado izquierdo, levanta la cola que es como la de los asnos y descubriendo esa parte fea, sucia y hedionda la da a besar al neófito, quien lo hace puntualmente. Satisfecho el nuevo señor por el osculo infame le hace una marca con una uña de su mano izquierda en alguna parte del cuerpo, señal que le durará siempre y que al menos durante un mes le producirá dolor; también lo marca en la niña del ojo dejándole impresa la figura de un sapo, signo que le servirá para conocer a otros miembros de la secta". Después lo envían a holgar y bailar con los demás brujos jóvenes al son de tamborino y flauta.

Pero todavía no son plenamente brujos o brujas. Con los nuevos poderes que han obtenido están obligados a realizar maldades, dirigidos por su bruja maestra. Sólo con el paso del tiempo estos brujos y brujas menores reciben la "dignidad" de poder hacer ponzoñas por ellos mismos mediante la bendición con la mano izquierda que les hace el demonio en el aquelarre. Después le entrega los sapos vestidos que dio a su maestra cuando abjuraron de Cristo, y a partir de entonces ya podrán obtener de ellos el agua hedionda con la que se han de untar para volar al aquelarre y los polvos y ponzoñas para matar personas y ganado y para destruir frutos y cosechas. "En adelante no tendrán necesidad de padrinos ni maestras, irán solos a las juntas nocturnas y serán admitidos a mayores secretos y maldades. Son ya brujos y miembros con pleno derecho de la secta; gozarán de interacción directa, personal y mutua con su dios y señor".44 Cuando se untan para volar recitan una frase que expresa la fusión con el demonio —lo que entre otras cosas les impide ver el Sacramento en el altar.

EL DOCUMENTAL DE LAS BRUJAS


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